La hermosa, la amada
la inquietante chiquilla de ojos azucenas
y frases quebradas que resonaban plenas
era yo la jovial, la dulce, la sana
la que se abría en candor
para nuevas mañanas
y que atesoraba las penas
tan solo como sutiles fragancias
ahora de mí, nada queda, no me reconozco
y si es que el amor así te deja
no quiero a más saber de aquél
porque apenas en mí ya queda un todo
para seguir un camino que no empeño
ni decoro, es mas ni pienso transitarle
con nadie a mi par, ni recodo
de esperanzas para unos ojos de nuevo mirar
ya no imploro
la destructora felicidad...
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